miércoles, 21 de noviembre de 2012


UNA ACTIVIDAD MUSICAL GUIADA EN
 
LA CLASE DE  MÚSICA EN EL JARDÍN DE NIÑOS

 “NICOLÁS LEÓN CALDERÓN” EN ATAPANEO, MICH.

 
 
ANTECEDENTES
 
En este trabajo quiero plantear cómo realizo una parte de mi trabajo como maestra de música en una comunidad cercana a Morelia, y cómo puede influir la labor docente en las personas del entorno.  Específicamente la música tiene la puerta abierta a los hogares, y es importante no verla con fines utilitarios, sino que cada quien se haga acompañar en su vida por aquellas piezas que le provocan las emociones que necesita sentir.

En la musicoterapia se habla de curar tanto estados físicos como anímicos a partir de la audición de determinadas obras. Para ello se requeriría, en primer lugar, tener una formación seria en la materia, ya sea psicología o musicoterapia específicamente, y en segundo término, realizar sesiones individuales y continuas para poder apoyar con éxito al paciente.

A diferencia de ello, en las clases de música se hacen sesiones grupales de audición musical, en las cuales se procura que las personas que escuchan, independientemente de su edad, encuentren algún hilo que los conecte con los sonidos, y el significado que le den será su propia experiencia. El enfoque es más estético y procura brindar a las personas un tiempo y un espacio de goce auditivo.


En las diversas culturas del mundo se ha procurado la música, generalmente con fines sagrados o enfocada a servir en los rituales. Su sentido terapéutico es innegable, y el efecto que causa el sonido en las personas generalmente significa una interiorización, que le conecta con su subconsciente y le ayuda a generar los recursos que necesita para resolver sus problemáticas, las cuales se presentan en forma de enfermedades.

En el mundo actual la gente escucha música todo el tiempo, lo traen en su ipod, en el auto, en la oficina, en los pasillos de los hospitales y oficinas. Su carácter aliciente ha generado todo un comercio que gira en torno a adquirir música en todos los formatos, en todos los géneros, en todos los estilos. La pregunta es ¿la gente la escucha realmente? Es decir, tener sonidos acompañando todas las actividades diarias, no significa que se le ponga atención, que el oído se esté desarrollando, que el cerebro esté comprendiendo las estructuras. No hay un goce estético precisamente, porque la estética engloba lo sensorial, lo cognitivo y lo fusiona en una nueva concepción.

Por ello, es importante que en la educación musical a cualquier nivel se procure la escucha, pero la escucha activa. Solo escuchar, no estar haciendo nada mientras las vibraciones sonoras llenan el espacio. Y ello significa que todo el cuerpo esté dispuesto para esa escucha.

En la formación musical es muy importante tomar en cuenta el nivel de desarrollo de las personas, su estado cognitivo y su disposición, para provocar originar el momento propicio y regalar un momento único. Eso debería ser la escucha, un regalo que las personas se dan a sí mismas. Regalarse unos minutos al día solo para escuchar, desde una obra de grandes dimensiones, hasta simplemente los sonidos del ambiente, la lluvia, al grillo que merodea por la casa, las voces, los pasos. Desde lo más cercano hasta lo más lejano, y viceversa. Aprender a escuchar, si le buscamos un fin utilitario, nos sirve para aprender a comunicarnos mejor.

La actividad que se plantea a continuación es producto de todo un proceso, y no es la intención socavar la pureza de la música al emplear la imaginación orientada. Simplemente, y así se explica a los escuchas, es una interpretación. Lo maravilloso de la música es que cada quien tiene su propia interpretación y así la vive y la disfruta. Y ese es el propósito principal de nuestra clase: que disfruten la música y la hagan parte de su vida cotidiana.


INTROITO

 

Soy maestra de música en el Jardín de Niños de un pequeño pueblo a las afueras de Morelia llamado Atapaneo, Mich. Es una comunidad pequeña que tiene tres escuelas: preescolar, primaria y secundaria. Las tres se convierten en el centro de atención cuando tienen actividades y eventos por la relevancia que tienen para la población que se reúne a compartir los bailables, las declamaciones, los actos cívicos, las canciones y los desfiles. De alguna forma las escuelas se organizan para que los eventos sean calendarizados sin afectar a los demás, o son los mismos padres de familia los que garantizan esta información ya que suelen tener familiares en al menos dos de las instituciones. En el jardín de niños hay cinco grupos: dos de segundo y tres de tercero. Todos los grupos toman la clase de música los días miércoles y viernes en sesiones de 30 minutos cada una.

 Se hace una clase abierta por año como parte de las actividades del ciclo escolar, para que los padres de familia sepan qué es lo que trabaja y porqué es importante que los más pequeños acudan a las clases, ya que al ser familias muy tradicionales en ocasiones dejan esta formación para el final y solo cubren el requisito que significa el documento que les solicitan en la primaria para aceptarlos. En esa clase los niños hacen todas las actividades que con antelación han elegido como sus favoritas, para presentarlas a los papás y mamás que acuden con la intención de observarlos.

 La clase inicia con la entrada de los niños, en la que se organizan en un círculo y cantamos una canción. De previo acuerdo, cada uno va y toma de la mano al adulto que acudió a observarlo en la clase, y lo lleva al círculo. Así, de observadores los convertimos en participantes. La sorpresa suele ser grande porque incitamos a los adultos al juego. Rompemos la barrera entre su figura como padres y nosotros como docentes. En ese momento todos los adultos jugamos con los niños. Y la tensión disminuye. Es general que acepten, las risas y bromas nos ayudan a relajarnos, y comienza ahora sí la actividad.

DESARROLLO


En la sesión abierta del ciclo escolar 2011-2012 la clase giró en torno a La Primavera de Vivaldi. Una vez que las mamás y niños se adaptaron al espacio del salón, nos sentamos en el piso, en círculo y comencé a platicarles sobre Vivaldi y la viveza de su carácter. Sobre la alegría que se respira en su música y sobre el trabajo que él mismo realizó como maestro en un orfanato en Italia.

 Entonces comienza la música, y les voy relatando un cuento en el que todos somos los protagonistas y vamos a dar un paseo imaginario, pero en lugar de viajar por Italia, origen de la música, lo haremos con nuestra mente por los alrededores del pueblo de Atapaneo. En la historia nos transformamos en los que se vaya requiriendo, porque todos tenemos esa capacidad. Así, conforme la música va sonando, voy narrando el paseo. En los primeros compases bajamos la ladera hasta el valle, subimos por la empinada cuesta de un cerrito hasta el río, donde caminamos entre las piedras o por abajo del puente. Poco a poco voy guiándolos hacia la acción y en un instante estamos todos caminando por el salón, siguiéndome, haciendo las acciones correspondientes.
Pero de pronto aparecen nubes negras en el cielo, anunciadas por los cellos. Comienzan los relámpagos, nos convertimos en ellos. Pero una parte del grupo se convierte en los pajaritos que se refugian entre sus alas para no mojarse, y otros más en la lluvia o en el aire, que llegan con fuerza. Brazos moviéndose al ritmo de los truenos, niños tiritando rítmicamente ante las embestidas del viento, que aúlla sonoramente en la boca de esos que alguna vez fueron adultos.
Así comienza la tormenta y todos somos bañados por ella, no nos queda  más que saltar en los charcos y correr entre la lluvia.

Entre las nubes se distingue un destello de luz, anunciado por los violines. La lluvia amaina de a poco y comienzan a surgir los colores del arcoíris. Uno tras otro los disfrutamos sacudiendo nuestra ropa o plumaje, dependiendo lo que seamos en ese momento. Y reemprendemos el camino al kínder, llegamos justo con la cadencia final y nos sentamos -sería más preciso decir desparramamos- en el piso.

Al final nos tomamos un momento para hacer comentarios, todos son bienvenidos. Las personas expresan que se han relajado, que han tenido un momento muy contentos jugando, que hace mucho que no jugaban, que hasta ir a hacer las tortillas se les olvidó. Muchas risas. Ojos brillantes y relajación.
Eso deja la música, el escucharla y vivirla plenamente. Se marchan dándome un abrazo. La siguiente vez que voy al pueblo tengo a seis personas esperándome con discos compactos en blanco para grabar “la musiquita”. Entonces ya no suena solamente en mi salón, sino en las casas del pueblo. La señora que vende pollo, junto a su esposo enfermo, escuchan Vivaldi y se sienten contentos. No puedo decir que con todos sea un éxito, pero es una palabra nueva en su vocabulario y es también una nueva atmósfera en sus hogares.


FINALE

En este caso, el ejercicio auditivo y corporal nos sirvió para romper la tensión, para dar oportunidad a los adultos de tener un espacio de juego en el que no hay perdedores. En ese momento no nos exponemos al juicio de nadie. Es algo distinto a lo que abrimos nuestra capacidad de asombro y lo vivimos. Al final muchas personas se tiran al piso a descansar, les pido que abracen a sus niños y ya sea sentados o acostados, se den un momento solo para estar ahí. Sin apuros ni prisas. En la confianza de que la música une a las personas, no las separa en minorías elitistas. La música es para todos. Escuchamos un fragmento del segundo movimiento de la primavera o del concierto para oboe de Marcello.

Este juego con la música y la imaginación nos ha permitido entrar al espacio auditivo de las personas, a sus arraigadas tradiciones musicales y culturales. Es una invasión en sus gustos y afinidades. Vivaldi suena en un pueblo en el que se escuchan los mejores éxitos con  banda. No estamos juzgando los gustos musicales, como se los digo a los adultos, mi clase se trata de mostrar a los niños lo que hay en el mundo, cómo suena ese mundo; todo con la finalidad de que su menú de opciones auditivas sea rico, para que ellos puedan elegir la música que necesitan para cada momento de su vida.

En este tipo de reacciones percibo la influencia que puede llegar a tener la escuela en la sociedad. La fuerza que tiene es tan grande como la sepamos orientar. En el caso del ejemplo anterior, puede haber serias críticas en torno a influir sobre la identidad cultural del pueblo, sobre no respetar sus tradiciones. Sobre no dar más de lo mismo. Sin embargo considero que la educación debe ser como lo dije a los papás: mostrar el mundo, abrir el panorama, conocer, sentir, vivir y escuchar lo que hay en el mundo. La decisión de ir a probarlo y a vivirlo personalmente será de cada quien. Como menciona Casini (2006) “La música no está destinada únicamente a aquellos que conocen su escritura y han estudiado su técnica”.


Y somos personas libres que tenemos además el derecho de buscar y procurar aquello que nos satisface y nos hace esforzarnos por lograrlo. El sentido de la educación la encontraríamos en saber ser felices. Y en ello va la cultura, las artes y la música.  Edgar Willems (1994) menciona que  “No es fácil encontrar el justo equilibrio entre la vida y la conciencia, entre la libertad y el acto dirigido. Esto forma parte del empuje evolutivo de la vida que es una maravilla de organización. Quienes se niegan a ver los ordenamientos creadores no pueden ni colaborar ni ser inspirados por ellos.”

No concibo una musicoterapia que no procure que las personas se sientan mejor, y como no soy psicóloga sino músico en primer lugar y licenciada en educación en segundo, mi trabajo lo enfoco a crear atmósferas formativas a partir de la música. No tengo la capacidad de introducirme en la psique de las personas y en ayudarlas a arreglarla, sería anti-profesional de mi parte abrir heridas y no saber cómo curarlas. Solo guío emociones a partir de la música, procurando aquellas que hacen felices a las personas.

Sin embargo, al compartir la música que les grabo procuro que haya un poco de diversos géneros. Entonces escuchan tanto a Bach como a Beethoven, a Vivaldi o a un coro africano, una pirekua junto a una canción de la India. En ocasiones me piden sobre un solo compositor y entonces veo que están abiertos a conocer y a profundizar su disfrute.

La conclusión es que la música puede ser un acompañamiento en la vida cotidiana, nos ayuda a cambiar los ambientes y a mejorar el entorno o más bien, la forma en que los percibimos. Sin embargo, el desarrollo de la escucha atenta permite un disfrute mucho más profundo, significa vivir la música, descubrirnos y conocernos a partir de esta manifestación.

 REFERENCIAS

Casini, C. (2006), El arte de escuchar la música, Barcelona: Paidós.
Willems, Edgar. El valor humano de la educación musical. Paidós Studio. España 1994.

 

 

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